Todos los días son sólo otro día.
Y otro día.
Y otro más.
Mientras, el cansancio se va apoderando de mi.
Desgasta.
Consume.
Derrota.
Me acuesto agotado después de no hacer nada especial.
Y me despierto temprano, mucho antes de que amanezca.
Ya no me importa la luz.
Sólo hay paz en las tinieblas.
Cierro los ojos.
Intento no caer, pero no puedo.
La escucho.
La veo.
La siento.